Vanesa del Campo es riojana de pura cepa, cuenta que su pasión y vínculo con el mundo lo heredó de su padre, al que, desde muy pequeña, acompañaba en sus labores vinícolas. Hoy revive sus recuerdos de infancia cada vez que entra en una nave de barricas, su olor, el espacio… hacen florecer una conexión emocional con él que hace que Muriel sea un lugar especial para ella. Pero más allá de la nostalgia, Vanesa encuentra su verdadera inspiración en el equipo de Muriel. Reconoce que las empresas son tan buenas como las personas que las componen, y cada miembro del equipo aporta algo único a la personalidad de la bodega.
Confiesa que disfruta mucho del esquí, el patinaje sobre hielo o la lectura, hobbies que quedaron en pausa cuando nació su hija. Su mayor satisfacción proviene de cuidar a su familia y amigos, con los que se reúne en ocasiones en especiales alrededor de una mesa para brindar con un buen vino por los bonitos recuerdos y momentos que quedan por vivir.
Se puede ver a Vanesa resolviendo los desafíos que surgen en la empresa, siempre preocupada por mantener todo en orden y buscar soluciones efectivas. Para ella, la formación continua y el intercambio de conocimientos con sus compañeros son fundamentales, creando así un ambiente de colaboración y crecimiento mutuo. Sin duda, su dedicación demuestra el profundo vínculo que tiene con este lugar, Muriel, que considera su hogar en el mundo del vino
Gracias por todo compañera. Su historia es la nuestra.
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