Tuvimos la gran suerte de echar raíces en el lugar idóneo y con las condiciones perfectas. Nosotros solo ponemos ilusión, esfuerzo, mimo y saber hacer.
Elciego, cuna del vino de Rioja moderno.
Orgulloso de su tradición vitivinícola, el pueblo de Elciego es uno de los núcleos más conocidos y apreciados de la Rioja Alavesa. Tras las sólidas paredes de sus casonas, siglos de sabiduría han marcado su vocación elaboradora.
Con sus suelos arcillo-calcáreos y su vegetación mediterránea, los pagos que rodean Elciego son una imagen a escala de Rioja Alavesa. Un paisaje único en el mundo.
El suelo, el equilibrio perfecto para la planta.
El secreto de la calidad y la capacidad de expresión de nuestros vinos está en un suelo pobre y equilibrado, excepcionalmente dotado para la vid. Se trata de un terreno de naturaleza arcillosa y calcárea, y con un característico color marrón muy claro en superficie.
Las cepas hunden sus raíces hasta una profundidad de casi dos metros, encontrando la humedad y la materia justa para un desarrollo óptimo.
Los viñedos, un mundo dedicado a la vid con devoción.
Las suaves laderas, hechas de mil terrazas y pequeños barrancos, acogen, siglo tras siglo generaciones de agricultores que han labrado con esmero estos parajes.
En las hileras de viña se lee una viticultura detallista, que cuida la planta y consigue extraer de ella un mensaje lleno de expresividad.
Clima, una tierra afortunada bajo el sol.
La vid halla en nuestra comarca de la Rioja Alavesa un entorno de excepcional equilibrio climático. Por el este llega, remontando el valle del Ebro, la esencia mediterránea; por occidente se deja sentir un matiz continental, seco y sano; y por el norte, sólo un tenue acento atlántico consigue atravesar la barrera de la Sierra de Cantabria, que protege nuestro viñedo del frío y la humedad propia del cercano océano.