Compromiso, dedicación y sobre todo amistad. Es imposible contar la historia de Cristina sin remontarnos a los 24 años que lleva en esta casa. Toda una vida dedicada a mundo del vino, y que como ella misma reconoce, es un mundo que le apasiona profundamente.
Tiene sus raíces bien arraigadas a la viña, y es que su familia lleva generaciones vinculada a la viticultura y al vino, ellos son su motor principal, se le ilumina la cara cuando habla de su hija y su marido. La familia, las escapadas de fin de semana y los picnics en mitad de cualquier sitio, disfrutar con amigos, la gastronomía y, por supuesto, el buen vino, siempre en buena compañía, Cristina sabe bien cómo disfrutar de cada momento sacándole una sonrisa a la vida y a quienes están a su lado.
Hablar con ella es descubrir cada rincón de esta bodega y observar cómo ha evolucionado con los años para adaptarse a los nuevos tiempos. Su dedicación y amor por su trabajo son evidentes, y se siente profundamente orgullosa de la trayectoria que ha construido a lo largo de todos estos años, en los cuales ha contribuido de manera activa. Además, gracias a su carácter ha conseguido establecer una conexión especial con los clientes; y muchos de ellos se han convertido en amigos a lo largo de todo este tiempo.
Aunque en su cargo aparezca “administración”, le podemos encontrar haciendo mil tareas, atendiendo a cientos de asuntos, y ayudando a que todo fluya bien, ¡una mujer multitask!
Siempre dice que Muriel es el lugar donde sabe que se jubilará, ¡ojalá sea así!
¡Salud, por muchos años más juntos!
Su historia es la nuestra.
Otras historias